Un ser vivo es materia organizada de una forma particularmente compleja, constituyendo un sistema que es capaz de realizar lo que entendemos por “actividad vital”.
El nivel más sencillo de
organización de la materia es el átomo,
que es estable en unión con otros formando moléculas,
fenómeno común en todo el universo. Estas moléculas a su vez pueden unirse,
formando estructuras más grandes y complejas: las macromoléculas. Mientras que las moléculas son frecuentes en
el mundo inerte o mineral, en los seres vivos es característica la presencia de
macromoléculas. Éstas pueden estar sueltas o agrupadas en conjuntos formados
por especies de microgotas llamadas células,
formadas por macromoléculas reunidas (membrana) que encierran en su interior a
un coloide (citoplasma) en el que están inmersas otras estructuras formadas a
su vez por reuniones de macromoléculas (orgánulos), y cuyo conjunto puede
desarrollar ya lo que entendemos por “actividad vital”.
Se puede considerar
que la célula, independientemente de su nivel de organización: las hay más
primitivas (procarióticas) y más evolucionadas (eucarióticas), es el nivel más
elemental que puede desarrollar las funciones vitales (nutrición, relación y
reproducción). En este sentido son muchas las especies que están constituidas
por una sola célula (organismos
unicelulares). Sin embargo, los organismos más evidentes (aunque no por
ello los más numerosos) son más grandes y un examen microscópico de su cuerpo
revela la existencia de multitud de células. Estas células son similares a las
que constituyen el organismo de los seres unicelulares, con la salvedad de que
suelen estar agrupadas en estructuras llamadas tejidos, de los cuales hay diversos tipos, cada uno de ellos
con células de una forma distinta, según la función para la que se ha
especializado. Estas estructuras son propias de seres más complejos: organismos
pluricelulares, en los que su actividad vital es de tal complejidad que se
exige una división de funciones de sus células y tejidos, formando estructuras
dedicadas a una determinada fase de una función biológica: los órganos. Los cuales forman parte
de un conjunto especializado en realizar alguna de las funciones vitales, y que
son denominados aparatos y sistemas. De este modo, un
organismo pluricelular viene a desarrollar las mismas funciones que una célula,
pero con mayor eficacia, gracias a la actuación coordinada de sus aparatos y
sistemas.
Todos los organismos, ya sean
unicelulares o pluricelulares, aún pueden aumentar la complejidad en la
organización de la vida, manteniendo relaciones más o menos estrechas o más o
menos complicadas, con otros organismos. Así un organismo puede establecer
ciertas relaciones con organismos de su misma especie, formando agrupaciones
llamadas poblaciones. Además,
todo organismo mantiene otro tipo de relaciones, a menudo de carácter alimenticio con otras
especies, de forma que, en un lugar determinado pueden existir poblaciones
distintas interrelacionadas, formando comunidades.
Una comunidad de seres vivos o biocenosis, ocupa un espacio físico o biotopo
que afecta directamente a su desarrollo, de tal suerte que se establece un
sistema en el que tanto los seres vivos como el espacio físico forman un todo
llamado ecosistema. Los
límites de un ecosistema son difíciles de determinar, ya que todos los
ecosistemas mantienen cierta relación, más o menos lejana, en un conjunto a
escala planetaria llamado biosfera,
máximo nivel de complejidad de organización de la vida que conocemos.
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